Un hombre y una mujer, una relación sexual, un espermatozoide y un óvulo, una nueva vida humana. Creo que esto no basta para asegurarle a un niño el estilo de vida que merece: necesita otras mil cosas más, aun desde antes de nacer, para desarrollarse íntegramente. Y aunque también sé que nada puede garantizarle una vida plena, me parece más justo pensar en criar un hijo cuando, además de desearlo, se tienen las posibilidades de formarlo, y con esto no me refiero sólo al dinero sino también a una estabilidad emocional, a todo el amor que cada uno de nosotros necesita. No quiero afirmar, con lo anterior, que cuando se cree no tener las condiciones apropiadas el aborto es la opción más adecuada para evitar el posible sufrimiento de ese ser; aunque, como muchos otros y por ignorancia, también yo lo consideré como una solución viable durante mucho tiempo.
Para intentar suplir esos vacíos de información voy a recorrer los puntos más importantes del aborto, desde qué es hasta los efectos psicológicos en la familia que lo sufre.
Comencemos diciendo que el aborto es la interrupción del embarazo, puede ser espontánea o provocada de manera doméstica, química o quirúrgica. Cada cultura y legislación lo ve de manera diferente, desde algunas que lo toman como una forma más de control de natalidad hasta otras que lo sancionan y penalizan como un asesinato. Por su parte, la Iglesia Católica lo prohibe bajo pena de excomunión. Y en mí país (México) no es permitido bajo ninguna circunstancia.
A pesar de su ilegalidad, el aborto es una de las operaciones más comunes en los países desarrollados. Partiendo de la cantidad que se cobra por cada intervención, se puede asegurar que detrás de todo hay una gran industria que apoya los movimientos feministas y el bloqueo de la información sobre los métodos abortivos, lo que lleva a una mujer a solicitarlo sin conocer los riesgos y la manera cómo será llevado a cabo.
Aparte de los problemas físicos que un